Un país enfermo de pobreza y corrupción
La Presidente de la República del Perú Dina Boluarte, en la primera parte del mensaje a la nación del 28 de julio del presente año denominado: “Un país enfermo de pobreza y corrupción”, lo disgregó en dos partes esenciales que son: La gran corrupción, y la convulsión social. Estos dos puntos son muy esenciales a tener en consideración, ya que son dos de los grandes problemas que aquejan hoy en día al país entero.
Desde el inicio de su discurso efectivamente da cuenta y más aún confirma como recibió el país desde que Pedro Castillo dejó el poder a causa de un golpe de estado; Esto es, con una grave crisis moral, material y política. En este contexto cabe señalar y sobre todo recordar que si bien es cierto La Presidente da cuenta de ello no hay que olvidar que perteneció a esta ideología política a todas luces comunista que la llevó al poder.
Adicionalmente, hay que resaltar que en su discurso pone énfasis en la “errática política general” y el “deficiente manejo de la administración pública”, dando cuenta de que “la errática política general” está en función de un “deficiente manejo de la administración pública”, con ello lo que La Presidente pretende decir es que una es causal de la otra, y nos lleva a entender que el mal manejo de la administración pública causa una errática política general que impacta de manera negativa en el país. Lamentablemente en la administración de la Presidente Dina Boluarte no se han notado cambios estructurales que nos permitan pensar y sobre todo sentir que hay buenas políticas ya que este gobierno en mi opinión sigue siendo deficiente en el manejo de la administración pública. Es evidente que una mala administración pública da pie a malos manejos del erario nacional y trae consigo actos de corrupción a niveles que nunca se han visto en el país.
En el terreno económico en el que se encuentra el país al cual se refiere en su discurso La Presidente no deja de tener razón pero cabe señalar que las inversiones o dicho de otra manera las decisiones de inversión se basan en: “La Confianza”. Esta confianza que no tuvieron con Pedro Castillo por sus planes de gobierno comunistas, su falta de gobierno y su incapacidad tanto ética como moral, se han trasladado también al gobierno de Dina Boluarte, ya que si bien es cierto son gobiernos distintos no dejan de tener la misma raíz ideológica y esto lamentablemente no crea confianza en las inversiones, es por ello que los planes de expansión y de inversión están en suspenso hasta que el país tome otro rumbo pero con otra administración o dicho de otra manera; “ Una administración distinta” a la de Dina Boluarte.
La caída de la producción en el país básicamente se debe a lo antes expuesto: “La Confianza”, ya que sin ella las inversiones no se realizan, no crean puesto de trabajo y además no repercute en algunas variables macroeconómicas como el consumo ya que no generan puesto de trabajo y lo que hace es incrementar la pobreza. Cabe señalar este punto que la confianza a mi parecer también está relacionada con el riesgo y la incertidumbre, y que si bien es cierto que el riesgo se puede medir y la incertidumbre no; Estas no dejan de ser variables que son tomadas en cuenta para los inversionistas nacionales o extranjeros en el país, ya que a mi parecer independientemente de que si la administración de Dina Boluarte y Pedro Castillo son distintas, parten de una misma ideología política. Para finalizar este punto, la desconfianza del gobierno de Pedro Castillo ha sido heredada por el gobierno de Dina Boluarte gracias a que hasta el momento y desde un principio no ha sabido deslindar tajantemente no solo de la ideología política sino que de la manera de gobernar.
Por otro lado, la deficiente administración pública y al caos administrativo a la que hace referencia en su discurso se debe a que su administración aún no ha podido deslindar fehacientemente su administración de la de Pedro Castillo, ya que aun vemos algunas personas que estuvieron en la primera parte del régimen y que aún siguen perteneciendo como funcionarios de alto rango en el estado. O dicho de otra manera, si en el país siguen trabajando los mismos funcionarios del primer gobierno (Pedro Castillo) pero en otras áreas, siguen siendo “más de lo mismo” y por lo tanto no se puede hablar de un verdadero cambio o rumbo en cuanto a la administración se refiere.
“La gran corrupción” a la que hace referencia Dina Boluarte ya es conocida por todo el país, y la manera de operar de Pedro Castillo desde antes de ser presidente también. El tema es que nunca hubo una renuncia expresa a ese gobierno por parte de la que ahora es Presidente del Perú, cuando ocupaba puestos claves como el “Ministerio de la Mujer”, es por ello que “la confianza” que se necesita para la inversión líneas arriba no se va a dar, ya que a mi parecer los valores morales deben estar muy por encima de toda ideología política y no al revés.
“La convulsión social” en esta parte no es otra cosa que la suma de desatinos no solo del gobierno de Pedro Castillo sino que también suman los errores por parte del gobierno de Dina Boluarte. La falta de “mano firme” para la toma de decisiones para con las fuerzas armadas, el no llamar a las cosas por su nombre y una mano más “débil” que “blanda” hicieron que si bien es cierto algunas protestas sean pacíficas, llevaron a otras a que sean actos meramente vandálicos o terroristas. La toma de aeropuertos y carreteras no son actos pacíficos, la muerte de policías y militares no son actos para nada pacíficos y gracias al azuzamiento de algunos políticos y la falta de una “mano firme” por parte del gobierno llevaron a las pérdidas de seres humanos, muchos de ellos inocentes convencidos por una ideología que lo único que desea es convertirse en una dictadura en un país demiocratico.
Antes de concluir, las recomendaciones de la comisión interamericana de derechos humanos CIDH, a la que hace referencia no reconoce los derechos de todos, solo de aquellos que vulneran el estado de derecho y crean caos en la sociedad, está visto que esta comisión lo único que hace es apoyar a personas con una ideología comunista y que les sirve como apoyo legal con la finalidad de llamar a un acto terrorista o vandálico “una protesta pacífica”, cuando en la realidad no lo es. Un terrorista es un terrorista y no un “luchador social” como algunos e incluso esa comisión quieren dar a conocer, es por ello que sería una muy buena idea dejar de pertenecer a la CIDH, para que esas personas no se amparen en un ente internacional para realizar sus desmanes. Lo que no suma, que al menos no reste.
Finalmente, el relanzamiento del ”Acuerdo Nacional”, es una idea positiva pero hay que señalar que no se puede llegar a ningún acuerdo cuando se tiene al frente a personas con una ideología política comunista que más se alinea lo dictatorial que a lo democratico. En pocas palabras los “acuerdos” se dan entre demócratas no entre quienes quieren ejercer una dictadura.
Artículo elaborado por: Econ. Alfonso R. Salazar Guevara.